Por Sofia Barbagelata
El jueves 26 de marzo, el cielo, representando a nuestros colores patrios, se oscureció, pero brilló más fuerte que nunca al enterarse de la triste noticia del fallecimiento de Federico Rooney. El polista argentino, de 28 años, oriundo de Venado Tuerto, sufrió un accidente el 9 de junio de 2019 mientras diputaba un partido en el Abierto de la Bandera en el Jockey Club de Rosario, representando al equipo de Marcos Juárez. La fuerte caída del caballo generó la hospitalización inmediata de nuestro querido jugador.
El desafortunado episodio llevó a Fede a estar internado durante nueve meses, luchando con diferentes intervenciones médicas. Hasta que un día él mismo tomó las riendas y decidió volar más alto para poder cuidar y amar a sus seres queridos desde otro lugar.
El comunicado lo brindó su madre, Soledad Diez de Tejada: “Fede se fue al cielo. Tengo el corazón roto pero el alma en paz. Te amo y serás siempre mi bebé revoltoso”. El Oso, el apodo que algunos hacían para referirse a él en honor a su padre, un fiel amante de su patria argentina representó una gran figura como jugador de polo nacional e internacional, y a su vez era reconocido como un verdadero gaucho polero.
Su figura, muy característica y fuerte, hacía honor a su club de polo, su familia: The Venado Tuerto Polo & Athletic club,reconocido como el más antiguo del país. Su raíz, estaba bien plantada en esas tierras y su impronta permanecerá por siempre.
Su amado club, un símbolo histórico, que ha contribuido a mejorar el nivel del polo mundial como deporte y como tradición, mantiene su estampa en la Argentina y trasciende más allá de sus fronteras. Ayer, hoy y mañana, es un semillero de grandes personas y jugadores. El nombre del club quedará escrito en la historia del polo mundial gracias a los socios Arturo Kenny (campeón olimpico Paris 1924) y Roberto Cavanagh (campeón olímpico Berlin 1936) en los inicios, pero en la actualidad los Rooney son referencia.
Personalmente hablar o nombrar a Fede resulta fácil. Su sonrisa característica y su enorme carisma contagiaban a todo lo que se cruzaba. Granjinete, con la bandera y los colores bien puestos, sin miedo a nada, dándolo todo en el juego, y con esa misma garra,disfrutando la vida. Toda su carrera de vida y como polista, montando cerca de su hermano mayor Marcos. Ambos compartiendo la misma pasión por el polo, los caballos y guiando a los menores de la familia, Eileen, Maureen y Benjamin.
Ese ejemplo nos quedará en el recuerdo a todos los que tuvimos la suerte de conocerlo. Soy testigo de su bondad y de la energia, que arrastraba multitudes.
Con este texto, le hacemos honor a él, honramos a su familia y lo recordamos como la persona excepcional que pudimos conocer.