John Hume, premio Nobel de la Paz en 1998 por sus esfuerzos para poner fin al conflicto en Irlanda del Norte, murió el pasado 3 de agosto a los 83 años en una residencia geriátrica en Londonderry, afectado por una demencia senil.

“Estamos profundamente tristes de anunciar que John ha muerto tranquilamente a primera hora de esta mañana, después de una corta enfermedad; era muy querido y su pérdida se ha sentido profundamente entre sus muchos familiares”, informó la familia en un comunicado.

Hume, enfermo desde hacía varios años, vivía en un centro de ancianos de Londonberry, en el noroeste de Irlanda del Norte, donde había nacido. Fundó y lideró durante muchos años del Partido Socialdemócrata y Laborista de Irlanda del Norte (SDLP) y fue uno de los políticos de más alto perfil en esa región durante más de 30 años.

Jugó un papel muy importante en los esfuerzos para conseguir una solución pacífica para el conflicto en Irlanda del Norte, que culminó con el acuerdo del Viernes Santo en 1998, y ese mismo año recibió por ello el premio Nobel de la Paz.

Su participación en conversaciones secretas a fines de los ochenta y principios de los noventa con Gerry Adams, presidente de Sinn Fein, el partido históricamente ligado al Ejército Republicano de Irlanda (IRA) y su lucha armada por una Irlanda unida, fue un catalizador clave para el incipiente proceso de paz.

Esto dio lugar al Acuerdo Anglo-Irlandés de 1985, rechazado posteriormente por ambas partes, y en el Proceso Hume-Adams que favoreció el primer alto el fuego del IRA en 1994 y despejó el camino hacia los Acuerdos de Viernes Santo de 1998.

El líder del SDLP enfrentó intensas críticas, incluidas algunas de su propio partido, cuando su diálogo con Adams se hizo público.

Además, Hume fue diputado en el Parlamento Europeo por Irlanda del Norte, figura clave en el movimiento de derechos civiles de fines de la década de los años 60 y a lo largo de su carrera política se mantuvo firme en su compromiso con la no violencia.

El primer ministro de Irlanda, Micheal Martin, aclamó a Hume como “un verdadero pacificador”. “Durante los días más oscuros de terrorismo paramilitar y lucha sectaria, mantuvo viva la esperanza, y con paciencia, resistencia y compromiso inquebrantable, triunfó y logró una victoria por la paz”, dijo.

 

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