San Antonio de Areco, 3 de julio de 2021

Despedimos al querido Mateo Kelly con gran dolor pero, también, con la convicción que ya se está ocupando del cuidado de otros campos –su pasión-, los campos del Cielo, como buen pastor que fue toda la vida.

Y más que una despedida, es un agradecimiento por todo lo que hizo en su larga y fructífera vida, fruto de su esfuerzo y el de su familia, ya desde muy chico.

Mateo era el menor de 10 hermanos, nacido el 25 de mayo de 1918 en el hogar de Julián Kelly –el “Caponero” Kelly- y de María Gaynor, y nieto de Hugh Kelly, que dejara su Westmeath natal para venir en 1850 a dedicarse a tareas rurales en los campos bonaerenses. Vio la luz en “La Rosada” el campo familiar de los Kelly, acá en San Antonio de Areco.

Muy joven perdió a su padre, por lo que la familia se abroqueló al lado de su madre y, con sacrificio, coraje y decisión, fueron, de a poco, cimentando las bases de un desarrollo agropecuario que hoy siguen sus familiares.

Criado en plena comunidad irlandesa, Mateo veló siempre por todos los suyos y por numerosos paisanos de Areco. Era común verlo en las fiestas y kermeses irlandesas y en cuanto acontecimiento social tuviera lugar.

Se dedicó siempre a las actividades agropecuarias y fue un emprendedor decidido a defender lo ganado honradamente con trabajo y sacrificio.

Su bien ganado prestigio lo llevó a ingresar al directorio de la Asociación Católica Irlandesa y, naturalmente, fue electo presidente. Le tocaron buenos y malos tiempos en su gestión, donde defendió, con tenacidad, los intereses de la Asociación. Todos los años lo veíamos en la asamblea de socios y era un placer poder compartir con él tantos recuerdos. Preocupado por todo, en esas ocasiones, me buscaba, para poder pagar religiosamente su suscripción al The Southern Cross.

Mateo, con sus 103 años, se convirtió en un “patriarca de nuestra comunidad”, a la vez que en un segundo padre para su legión de sobrinos, y en un amigo entrañable de cuantos lo frecuentaron.

También tuvo el reconocimiento de embajadores de Irlanda, que destacaban su inglés con un peculiar acento irlandés del siglo XIX. Es que había aprendido primero la lengua de sus mayores que el castellano.

En lo personal, también, hoy despido al tío de mis primos, al tío de numerosos amigos…….y a un correligionario firme en sus convicciones conservadoras.

Querido Mateo: tu paso por esta vida no ha sido en vano. Te recordaremos siempre.
Un abrazo y hasta que volvamos a reencontrarnos

Guillermo MacLoughlin

(Foto gentileza Silvia Fleming)