Por Brenda Lynch Wade
El pasado 14 de enero el músico irlandés Andy Irvine se presentó en el Centro Cultural Borges. Su gira por el Cono Sur también incluyó recitales en Bariloche y Chile.
Dos micrófonos y una sencilla banqueta sobre el escenario. Andy Irvine hace su entrada y, sin esperar, comienza a puntear los primeros acordes de “Irlanda por siempre” -“Erin go bragh”- en su bouzouki irlandés. El aplauso se hace sentir con fuerza en el auditorio Astor Piazzolla del Centro Cultural Borges.
— Me gustó el show. El público estuvo genial, se rieron mucho. Seguramente fue por mi manera de hablar español, afirmó el músico irlandés.
Andy Irvine encantó a su público con las introducciones que leyó antes de cada canción. Él quería que se entendiera las historias que están detrás de la melodía y, para ello, leyó en español comentarios que trajo impresos. Si se le ocurría alguna otra idea, Andy le consultaba a su audiencia la traducción de las palabras que le faltaban.
— ¿Quién las escribió en español por usted?
— No estoy seguro. Creo que Sergio González (Ex integrante de Kells) me ayudó un poco. Algunas tienen más de 5 años y otras las hicimos para la gira de Costa Rica del año pasado. En mi casa tengo una pila de esos papeles. Tengo escritas las introducciones para los temas en varios idiomas y las voy usando en las distintas giras.
— Pero algunas de las palabras son bien porteñas, como “temazo” por ejemplo…
— Si, es un truco barato. Hace que la gente se ría y eso me ayuda a tranquilizarme. También es cierto que uno se conecta con su audiencia de esa manera.
Andy Irvine ha ejercido una importante influencia sobre la música tradicional irlandesa por más de tres décadas. Integró bandas como Sweeney’s Men, Planxty, Patrick Street y Mozaic. Hijo de madre irlandesa y padre escocés, Andy Irvine nació en Londres en 1942. Desde chico, su madre, actriz, lo impulsó a participar en obras teatrales y películas. Sin embargo, fue la música aquello que lo sedujo. Al aprender a tocar la guitarra, Andy participó de bandas skiffle (un sonido característico del rock inglés de los ’50). En la década del ’60, se muda a Dublín y conoce a los músicos Johnny Moynihan y Joe Dolan. Más tarde formará con ellos la banda Sweeney’s Men y, con sus hits “Waxies Dargle” y “Old Maid in the Garret”, revivieron la tradicional música irlandesa.
— Viajé a los Balcanes en 1968. Creo que ni yo ni nadie se acuerda por qué viajé. No fui a estudiar la música, en aquel momento no conocía nada de la música de Bulgaria. Fue un momento especial, mucha gente joven se había dado cuenta de lo fácil que podía ser viajar y conocer lugares nuevos. Sólo se necesita un pulgar y algo de ingenio. Muchos se iban a la India, Nepal o Afganistán porque los Beatles habían estado allí con el Maharishi y las drogas y demás. Todos viajaban hacia el Este por esas razones. Bueno, a mí no me interesaba ni el Maharishi ni las drogas así que decidí elegir otro destino. Nadie se iba a Bulgaria y yo lo creí un destino interesante. Viví allí durante un año y medio, descubrí su música y me fascinó.
Traje la música de vuelta a Irlanda. Me puse a estudiarla con detenimiento y creo que finalmente descubrí de qué se trataba, su ritmo y sus melodías. Después intenté convencer a mis amigos de que escucharan y tocaran esa música. La idea resultó ser exitosa, yo creo que nos fue bastante bien con Planxty en la década del 70 por ejemplo.
— ¿Tuvo un mentor o profesor de música en Bulgaria?
— No, se puede decir que no. Conocía unos cuantos músicos en Bulgaria pero mientras estuve allí todavía no había logrado entender lo que hacían. Lo único que yo podía hacer era observarlos con fascinación.
— ¿Y luego llevó los instrumentos típicos a Irlanda?
— No exactamente. Yo no fui el que trajo los instrumentos a Irlanda. El bouzouki, un instrumento que es originariamente griego, ya había sido descubierto por Johnny Moynihan, mi buen amigo y compañero en Sweeney’s Men. Yo dejé esa banda para irme a Europa del Este y él ya tocaba el bouzouki desde el año ’66. Eso sí, me traje unos cuantos en la valija porque algunos amigos me los habían encargado.
Las 400 personas que asistieron al recital escucharon con atención la apacible música del cantautor irlandés. Andy acompañó muchos de sus temas con su bouzouki y una armónica y otros tantos, como “The Blacksmith” y “Empty-handed” con una mandolina.
— Anoche (por el 14 de enero) toqué la mandolina. Me gusta mucho ese instrumento, lo toco desde 1969. Con el tiempo desarrollé un estilo propio. Una vez más, Johnny Moynihan cumplió un papel fundamental. Nosotros nos influenciábamos mutuamente.
Andy Irvine interpretó temas como “Arthur McBride”, “The girl I left behind” –“La muchacha que dejé atrás”-, “The highwayman” y “Empty-handed” –“Con las manos vacías”. Algunos de estos temas pertenecen a Planxty, una banda que lideró en los 70. Veintiún años después de su separación, Planxty se volvió a reunir para hacer una serie de conciertos en el 2004.
— ¿Volverán a reunirse?
— No lo sé, es algo difícil de responder. Nos reunimos en el 2004, después de veintiún años, y fue algo fantástico. Tocamos algunos, muy pocos, temas nuevos, la mayoría fueron los clásicos de los ’70. Es increíble, pero lo hicimos mejor que antes. No se puede explicar. Teníamos miedo de no poder cumplir con las expectativas del público. Es entendible que después de una separación se empiece a formar un mito alrededor de la banda y de su música. Volver a tocar significa enfrentarse con ese mito. Le teníamos miedo a la decepción, a que la gente dijera “no son tan buenos como antes”. Bueno, me alegra decir que eso no pasó. Fue mejor que antes, un gran éxito. Después tuvimos algunos problemas internos. Se puede decir que cada uno creció en direcciones distintas. Uno pensaría que cuando la gente envejece su carácter se suaviza, pero no siempre sucede. Desde este punto de vista, no creo que haya futuras reuniones. Pero las cosas pueden cambiar.
— ¿Nuevas grabaciones tampoco?
— Tampoco lo creo. El éxito que tuvimos se basó en que tocamos viejos temas, los de siempre. Como decía, cada uno creció en distintas direcciones. Incluso en el momento de separarnos esto era así. La música que hacemos hoy en día es distinta. No creo que nuestros estilos puedan confluir en este momento.
— ¿Y proyectos como solista?
— Si, estoy haciendo un nuevo álbum. En cuanto vuelva a casa seguiré trabajando en él con mi productor Dónal Lunny. No puedo decir cuándo estará listo. Dónal vive en Japón y yo estoy de gira con bastante frecuencia, es complicado organizar nuestras agendas para dedicarnos al álbum.
— ¿Qué se puede decir del nuevo material?
— Creo que toqué una de las nuevas canciones anoche aunque realmente no me acuerdo cuál fue. Uno de los temas lo escribí después de emborracharme en Oslo, la letra es bastante graciosa, pero todavía no toqué ese tema en vivo.
— ¿Por qué decidió venir a la Argentina?
— Ya había venido a la Argentina en el 2003. En aquella oportunidad, me habían invitado a participar de un festival celta en Santiago de Chile y por eso aproveché la oportunidad para venir al país. Tengo varios amigos aquí y quise venir a visitarlos. Sergio González es uno de ellos. Hace tres años él se mudó a la Patagonia y desde ese día me envía hermosas fotos de los paisajes y me pide que lo vaya a visitar. Siempre tuve ganas de hacerlo y ahora se me dio la oportunidad. Tenemos programados 5 espectáculos para la segunda quincena de enero en Bariloche y sus alrededores. Tengo muchas ganas de conocer la Patagonia argentina. Siempre me llamó la atención el lugar y la expresión “Tierra del Fuego”. Espero que nos de el tiempo para llegarnos hasta Ushuaia. Incluso, me interesa navegar las aguas del Cabo de Hornos. Muchas de las canciones que cantábamos en el pub “O’ Donaghues” hablaban de aventuras en el Cabo de Hornos y lugares así. Es difícil hacer ese viaje, el mar es realmente peligroso.
— ¿Se considera a sí mismo como una leyenda de la música irlandesa?
— (Se ríe) No, no lo creo. Eso no significa nada en verdad. Es cierto que me han llamado así y eso no me avergüenza, al contrario, me halaga. Pero, para mí, no tiene sentido porque uno tiene que seguir trabajando, aprendiendo, escribiendo música, no tengo tiempo para pensar en si soy una leyenda o no. Eso sí, espero ser una leyenda muerta algún día. El músico de 66 años admite que se está quedando sin voz al anunciar su última canción. Andy responde al pedido del público y vuelve a subirse al escenario para toca “Kellswater”. — Es una buena vida, poder recorrer el mundo gracias a la música. Después de volver a casa, en Irlanda, voy a hacer un show en París y luego otro en Moscú. Será mi primera vez en Rusia. También tengo pensado ir a Australia.
— ¿Hay algún lugar del mundo que quieras conocer y que todavía no hayas ido?
— Sí, me encantaría recorrer la parte Norte de América del Sur: Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela… Tampoco conozco Brasil. Creo que el avión hace una escala en San Pablo, pero un par de horas no son suficientes para llegar a recorrer semejante país (risas). El único problema que tengo es que una vez que voy a un lugar nuevo, siento la necesidad de volver. Entonces no paro de acumular lugares a los que me gustaría ir y lugares a los que me gustaría volver. Así es como no paro de viajar y viajar.
— ¿Habrá una tercera visita a la Argentina?
— Yo creo que sí. Si la Patagonia es todo lo que me he imaginado, entonces me veré en la obligación de volver. Estuve charlando con mis amigos argentinos y creo que es una buena idea organizar, para el próximo viaje, un show en donde yo toque con músicos argentinos. Son realmente muy buenos y sólo se necesita ensayar un par de veces para lograr un buen espectáculo. ¿Por qué no incluso grabarlo?
Publicado en la edición impresa de The Southern Cross (2009).