Por Dáire Thornton

La vista del parque de Palmerston en Dublín es hermosa desde mi primer piso escritorio durante esta parte del año, las hojas naranjas brillantes del fin de otoño dominan la vista ocasionalmente puntuado por una visita de las ardillas locales que habitan el parque. No parece importarles que desde el amanecer hasta el crepúsculo el parque tiene mucho más ajetreo y bullicio que lo normal debido a la pandemia y el deseo de los lugareños a escapar los confines de sus casas. A veces me recuerda con mucho cariño al igualmente hermoso parque de Saavedra donde viven mi suegra y cuñado.

Aunque soy Irlandés, originalmente de Mullingar, al llegar a este punto de mi vida tengo algunos queridos y sólidos vínculos con Argentina que forman un grande parte de mi vida, acabo de comprar una casa hermosa en Dublín con mi esposa linda Porteña, llevamos dos años casados y este año nos sentimos muy bendecidos de tener nuestro primer hijo juntos, mi segundo. Acá celebramos tanta cultura y comida Argentina que el clima y sabores locales nos permiten, peliculas protagonizado por Ricardo Darin y más recien su hijo Chino, yerba mate, empanadas, alfajores, facturas, algo con dulce de leche y lo que podemos encontrar entre la creciente comunidad de Argentinos en Irlanda, incluso hay un café Argentino dirigido por una familia encantadora de Córdoba cerca de nuestro barrio que sirve choripán y otros platos de inspiración argentina.

Visitamos Buenos Aires tan frecuente que podemos y cada vez que vamos no se me escapa que muchos de los originales inmigrantes Irlandeses también vinieron de Mullingar y sus alrededores. Recuerdo cuando era joven las historias que mis granjeros vecinos me contaron sobre sus antepasados ​​que se habían ido a la argentina en busca de una vida mejor. Argentina parecía muy lejos de mi mundo infantil. Avance treinta años, como un aficionado a las antigüedades en busca de un tesoro en San Telmo me alegré descubriendo cada vez más curiosidades conexiones de mi país cuando deambulo por el sinfín calles vibrantes de Buenos Aires y sus afueras. Me da gracia como los Porteños pronuncian el Barrio de Coghlan que estoy seguro que fue llamado por un Irlandes. Debería haber sido, y el barrio de Morón también tal vez y el estadio Vélez Sarsfield seguramente, pero hasta ahora el tesoro querido que descubrí fue la aldea de San Antonio de Areco. Me sorprendí al llegar en este pueblecito gaucho cuantos nombres Irlandeses se veían en las tiendas y en las placas de la iglesia en la playa mayor incluyendo una placa del ex presidente de Irlanda Mary Robinson quien ha visitado hace años para celebrar su historia Irlandes. Me imagino cuando los originales Irlandeses llegaron a esa tierra tan llano, vasto y abundante que compartieron el mismo sentido de temor y admiración que sentí y probablemente un poco más.

Pero cada nueva aventura a Buenos Aires me ofrece también mucho más que simplemente una oportunidad de ser un espectador de su hermoso y comparativamente pequeño pasado Irlandes sino su aun mas obvio cultura Italiano y Español, su comunidad grande judía y otros encantos más escondidos. Me encanta descubrir nuevas palabras únicamente Argentinas como pibes, lucas, mangos, quilombo, bárbaro sin mencionar las varias palabras más feas que mi esposa no quiere enseñarme pero a veces me llama. Me encanta adivinar los orígenes de esas palabras como vos y el uso del adverbio “re” para añadir más drama a casi cada frase. ¿Hubieran venido de Italiano o Español? ¿Quién sabe? Y como también en Argentina idioma es fluido con cambios como tal vez políticamente influido como el uso de nosotres probablemente intencionalmente más inclusivos de género. Yo estudiaba español y literatura Española en universidad y sigo estudiando la idioma en el Instituto Cervantes en Dublín con la ayuda de algunos excelentes profesores Españoles entonces a veces ha sido un gran desafío cambiando a un dialecto Argentino pero hasta ahora ha sido muy gratificante y vale la pena porque los Argentinos que conozco han sido muy acogedores e interesantes y en realidad no son tan diferentes.

Cuando tengo tiempo me da mucho goce espiar desde la ventana de mi café favorito en la avenida Cabildo a la gente que puebla esta gran ciudad, sus estilos idiosincrásicos y el evidente sabor por la vida. Ma da mucho placer ser un testigo del ritmo eléctrico del ciudad todo el tiempo tratando de entender unas de las más grandes misteriosas del país, la situación económica, divisiones políticas, cuál es la media luna de grasa y cual es la mantequilla y cualquier asunto de tremenda importancia así.

Desde que nació mi hijo Liam, quien ya es un ciudadano de Argentina me he sentido aún más curioso sobre Argentina, y por supuesto fue un razón para celebrar su nacimiento escribir esta redacción pero también fue porque estoy re emocionado de descubrir más y seguir estableciendo vínculos con Argentina como una familia Irlandesa-Argentina y que mi hijo Liam mantenga su cultura Argentina haciendo nuestra parte para fortalecer aún más el vínculo entre Mullingar y Buenos Aires.