Por Alvaro Gutierrez Zaldivar y Consuelo Gutierrez Zaldivar

Cuando los primeros inmigrantes llegaron al puerto de Buenos Aires, se trasladaron en la forma habitual, del barco a un bote de remos y de allí a la orilla, en una carreta tirada por bueyes. Luego llegaban al campo a veces se encontraban que ya estaba delimitado, en caso contrario tenían que medirlo con cadenas.

Los italianos llegaron a Argentina mas tarde que otras corrientes inmigratorias, pero fue ese país quien aporto mayor número de inmigrantes, seguido por los españoles. Después venían los franceses, luego los belgas, los irlandeses y los ingleses, ninguno de estos tres últimos constituyo un aporte importante desde el punto de vista numérico.

Puede ser que pese a que la mayoría de los inmigrantes llegados fueran italianos, su número quizás sea inferior en cuanto a la composición actual de los habitantes que los de origen español.

Esto se debe a que ya había muchos españoles antes de las grandes oleadas inmigratorias y muchos de esos tenían hijos.

Con los años Argentina se convirtió en receptora del diez por ciento de la inmigración mundial. Algunos de los que llegaban venían como inmigrantes y otros como exilados.

La diferencia radica en que el exilio era algo obligado, la inmigración aunque fuera el resultado de situaciones de pobreza, era voluntaria, no derivaba de una persecución particular.

En nuestra zona no hubo inmigrantes que llegaron por una persecución religiosa. En el país hubo varias Colonias algunas Alemanas, Judías, italianas y otras galesas en el sur, estos últimos fundaron Trelew. Los seguidores de Valdo fueron al Uruguay y formaron Colonia Suiza y Colonia Valdense.

En los Estados Unidos los inmigrantes eran el 14,7% de la población total en el censo de 1890, en la Argentina, en 1895, eran el 25,5%. Esa brecha porcentual se amplía en el nuevo siglo. En el censo de 1914, alcanzaban el 30% del total de la población.

La Argentina consiguió la punta máxima de su curva inmigratoria en 1913 (300.000), los Estados Unidos en 1907 (1.300.000).

Nosotros valoramos mucho a esos inmigrantes, que fueron valientes y decididos, llegaron a un país desconocido muchos de ellos sin saber el idioma. Sus apoyos eran la familia cercana, los vecinos, los compañeros de trabajo, y los miembros de la misma comunidad.

Sin embargo, es probable que el cruce del océano trajera y generara la construcción de nuevas relaciones en origen y en destino. La misma experiencia del viaje multiplica contactos. Muchos de los que venían eran de distintas regiones del país y tomaron contacto en el viaje.

Hasta hace no muchos años el maíz se recolectaba manualmente, era de un tipo que se conoce como el colorado argentino. En uno de los libros leídos para este trabajo se dejo constancia que no se conoce su origen, se supone que fue traído por inmigrantes del Norte de Italia donde se cultivaba desde el siglo XVI, otros opinan que proviene del litoral argentino y había sido usado por los indígenas.

No es descabellado que haya venido de Italia, en nuestro Partido hubo una gran cantidad de inmigrantes que seleccionaron las mejores semillas. Fue un grupo trabajador que conocían la explotación en pequeñas parcelas y la proyectaron sobre extensiones mayores muchos de sus descendientes siguen viviendo en el lugar.

Una cosa que es increíble es que a nuestra zona llegaron no solo inmigrantes italianos sino también de Europa del Este, croatas y servios.

La zona de la Dalmacia en Croacia, perteneció en un tiempo a Venecia, de donde partió la mayor flota a pelear la batalla de Lepanto, contra los Turcos, los barcos estaba tripulados por italianos y croatas.

De ambos orígenes hay gente en Capitán Sarmiento y en los partidos aledaños.

Los ingleses que vinieron fueron pocos, pero hicieron fuertes inversiones en Bancos, Estancias y Ferrocarriles.

Los irlandeses fueron un caso distinto, con pocas excepciones vinieron sin un capital monetario. Su capital eran ellos mismos, su capacidad de trabajo y sus conocimientos pastoriles, especialmente en el manejo del ganado ovino. Las condiciones reinantes en el país en esa época, la ubicación de las Tierras que trabajaron y su laboriosidad hicieron que con los años se constituyeran en una comunidad importante económicamente, aunque no lo fueran en cuanto a su número.

En Salto, Suipacha y Rojas, había un irlandés de nombre Eduardo Kenny, del que rescatamos una moneda de valor por un vellón, publicamos el anverso y el reverso. Tenía un almacén de Ramos Generales y como surge de la moneda abarcaba un área grande. Por lo menos uno de sus hijos fue alumno en el Colegio del Monasterio. También fue alumno en ese colegio el Historiador, José Eduardo Scarso, que luego fuera director del Museo Notarial Argentino, Profesor en distintas Universidades y hoy es presidente de la mesa de Escritores de los Miércoles, que se realiza en la Sociedad Argentina de Escritores. Estuvo en ese Colegio cinco años.

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Vale por un Vellón de Eduardo Kenny — Anverso y Reverso

Las Tierras que compraron no tenían al principio un alto precio pero con la llegada del molino que posibilitó manejar el agua y el alambrado, se facilito el manejo de los ovinos, lo que hizo que con el tiempo se encontraran como propietarios de Tierras que habían subido en mucho su valor.

Es de destacar que no todos los irlandeses empezaron con la explotación de ovinos en forma inmediata, muchos de ellos comenzaron cavando zanjas (que sustituían a los alambrados), fabricaban ladrillos, cortaban paja y nivelaban barrancas. Entre los años 1870 y 1880 se produce un traslado masivo de irlandeses hacia el campo y usaron las ganancias obtenidas en la ciudad para comenzar una explotación rural.

En 1869 el 85%, o sea casi 9 de cada 10 irlandeses, vivía en el campo y el 15% restante vivía en la ciudad. En 1895 el número de la población rural irlandesa aumenta al 87%, sólo el 13% vivía en las ciudades, no necesariamente en Buenos Aires, casi todos estaban radicados en poblaciones de la Provincia de Buenos Aires, como Arrecifes, Pergamino, Carmen de Areco, San Antonio de Areco, Lincoln y en lo que es hoy Capitán Sarmiento.

Se trasladaban al campo individualmente o contratados para trabajar por otros connacionales de mayor poder económico; la única instalación masiva de irlandeses como grupo fue la que tuvo como destino las Colonias de “Venado Tuerto” y “Curumalan” promovidas por Eduardo Casey.

Una de las situaciones que planteó dificultades a la inmigración irlandesa fue la falta de mujeres, la proporción en que vinieron era una mujer por cada tres varones solteros. En general recién, se empezaron a casar con gente que no era de su colectividad, en la tercera generación. Nos estamos refiriendo a los nacidos de 1930 en adelante.

En un excelente blog, muy bien documentado que se denomina “Primeros Pobladores de Capitán Sarmiento” se recuerda a los antiguos pobladores de la ciudad a través de documentos, que muchas veces reproducen. En uno de sus envíos mandan la lista de los bautizados en San Carlos Borromeo en el año 1896, a partir del 25 de mayo, fecha de la puesta en marcha del Libro de Bautismos, a cargo del cura Jesús Lorenzo Alfonsín. En el, encontramos una lista de bautismos larga de la que extractamos algunos nombres irlandeses, lo que verifica también su presencia en nuestro partido. En esa lista encontramos a Margarita Teresa O’FARRELL O’FARRELL, José Miguel GILL ROURKE, Santiago Patricio DOWLING DOWD, Eugenio WADE MORÁN, Pedro CAVANAGH DONLON, María Luisa GENNAN COADY, Carlos BASSO PARKINS, Daniel SCALLEN DEVERENX. (51) (Posted: 06 Oct 2013 06:36 PM PDT)

En 1823 las lanas de oveja que se producía en Buenos Aires, era de tan mala calidad que no valía la pena ni limpiarla. Había además un limitado consumo de su carne, salvo en el campo. Las preferencias de la población se dirigían al ganado vacuno. Un comentarista de la época decía: “No se conoce en ninguna parte del mundo, una raza de ovejas que demuestre la falta de cuidado o más bien el abandono total en que la que han dejado, que la que hoy existe en la Provincia; lana cabruna, muchas ovejas negras, cuerpo mal formado, poca disposición a engordar, son señales fijas e infalibles de un abandono que ha durado muchas generaciones”.

Gran parte de la responsabilidad por esta situación fue por lo menos al principio del Gobierno Español que defendía a toda costa el monopolio e impedían la salida de ovejas de España para evitar que sus Colonias pudieran exportar lana.

Recién en 1794 un señor llamado Manuel José de Lavarden introdujo, desde España los merinos, eran 10 carneros y 20 ovejas.

En 1827 llega a Buenos Aires otro lote de ovinos de calidad, comprados en un remate por un irlandés Pedro Sheridan que forma junto con sus socios Juan Harrat y Thomas Whifield la cabaña “Tres Amigos”, más conocida por el nombre de “Los Galpones”. Estos tres junto con un señor de apellido Hannah, fueron los primeros en comenzar con la revolución ovina.

En el norte de la Provincia de Buenos Aires, nuestro Partido y zonas aledañas, hacia 1855 la explotación del ovino era más remunerativa que la del vacuno, los propietarios de nuestra zona comienzan a vender sus existencias vacunas y a pasarse a la cría de ovejas.

En 1969 comenzó la decadencia de la explotación lanera, se supone que en la actualidad hay una tendencia al cambió, pero es un negocio cíclico.

Las variaciones de cantidad con los vacunos, las podemos ver en cifras; así en 1852 había 3.000.000 de vacunos y 15.000.000 de ovinos; en 1865 había 3.500.000 de vacunos y 40.000.000, de ovinos; en 1881 había 4.700.000 vacunos y 58.000.000 ovinos.

Para la época de la llegada del Padre Fahy al país (del cual hablaremos más adelante) año 1844, los extranjeros de habla inglesa, dedicados a esta cría reunían 532 majadas, de las cuales 490 pertenecían a personas de origen irlandés.

Según el censo de 1869 un 37% del total de los irlandeses del país, estaba radicado en los Pagos de Areco, en el mismo año encontramos en el Partido de Baradero censados 320 suizos que habían formado una colonia en el año 1856.

En nuestro cementerio de Capitán Sarmiento, tenemos muchas cruces celtas con nombres irlandeses.

La mayoría de los venidos a nuestro país, provenían de tres condados, Longford, Westmeath y Wexford y esto se debía al éxito obtenido en los negocios en nuestro país por dos de ellos, uno venido de Westmath y el otro de Wexford, que llegaron en 1827 reuniendo una gran fortuna en corto tiempo, y después empezaron a traer a sus vecinos y amigos. El de Wexford era Patrick Browne y el Westmeath, John Mooney.

En el censo de 1869, noventa y dos irlandeses de cada cien, declararon como actividad el trabajo agropecuario; en el censo de 1895 bajan a ochenta y ocho de cada cien los que declaraban trabajar en el campo.

En la zona de Areco encontramos cuatro estaciones ferroviarias que llevan nombres de irlandeses: Heavy, Kenny, Diego Gaynor y Duggan.

La mayoría de los que vinieron procedían como hemos dicho de los condados de Wexford, Longford, Westmeath, cuando nosotros los visitamos hace unos treinta años, en ellos se engordaba ganado y se criaban caballos.

Suponemos que esos contingentes llegaron a la Argentina, pese a la diferencia de idioma, porque Argentina era un país en expansión, que necesitaban mano de obra, calificada y rural. Aquí la Tierra y el ganado no eran inalcanzables y las cantidades de Tierras disponibles eran notoriamente mayores que en su País de origen.

El venir a la Argentina aparte del idioma y de las costumbres distintas, tenia otra contra y es que la distancia entre su país y el nuestro era mayor que ir a los Estados Unidos o al Canadá, lo que aumentaba el costo del traslado, por eso suponemos que parientes o vecinos de su pueblo establecidos aquí los ayudaban para pagar el viaje y les conseguían trabajo.

Hay que tener en cuenta que esta inmigración fue espontánea, no planeada o dirigida por el gobierno, y que se baso en relaciones de parentesco y amistad por eso casi todos provienen de tres condados.

Con respecto al número de los que llegaron, no hay mucho acuerdo entre los autores; Eduardo Coghlan encuentra 5.500 irlandeses en todo el país en el censo de 1895. También detecta que entre 1822 y 1868 entraron por el Puerto de Buenos Aires, la cantidad de 3.900, es increíble lo exigua de esta cantidad frente al rol que ocuparon en los años siguientes. Eran un grupo humano con fuertes convicciones religiosas, lo que implica una moral y una conducta, que hicieron trascender.

En general tenían familias grandes con muchos hijos, lo que facilito su expansión. De 1870 en adelante prácticamente no hay inmigración irlandesa.

Otras fuentes calculan el número total arribado al país en no más de doce mil personas.

El director del diario The Southern Cross en 1875 calculaba en unos 26.000 el número de integrantes de la comunidad, claro que para esa fecha ya habría hijos y quizás nietos en cantidad.

Al principio se instalaron en los Partidos del Sur de nuestra ciudad, tales como Cañuelas, San Vicente, Chascomús y Ranchos, pero para fines de la década de 1860 y principios de la de 1870, se empiezan a concentrar en Mercedes, Carmen de Areco, San Antonio de Areco, Baradero, Arrecifes, Exaltación de la Cruz, San Andrés de Giles, Pergamino y en lo que es hoy Capitán Sarmiento. En Estados Unidos los irlandeses en general se quedaron en las ciudades, en cambio nuestro país se asocian a la vida rural y lo hacen en el momento de mayor expansión de este trabajo. De los que había en el país al momento del censo, el 21% estaba en nuestro Pago y los otros que nos rodean.

El libro mencionado “Como fue la inmigración irlandesa en la República Argentina”, de Korol y Sábato, trae una serie de datos importantes, pero nos concentraremos en aquellos relacionados con lo que es hoy Capitán Sarmiento. En Arrecifes había en 1890, 20 propietarios de apellido irlandés que tenían casi 40.000 hectáreas o sea que tenían entre esos 20, el veintitrés por ciento de todas las Tierras del Partido.

En Carmen de Areco entre 30 tenían el 45 por ciento o sea casi la mitad de todas las Tierras del Partido.

En San Antonio de Areco siete de ellos tenían el 22 por ciento de la Tierra del partido, o sea que de cada diez hectáreas un poco más de dos pertenecía a uno de estos siete irlandeses, o descendientes de irlandeses.

En San Andrés de Giles, el grupo irlandés tenia el 26 por ciento de la propiedad de la Tierra; el porcentual máximo por cantidad como he dicho era Carmen de Areco, pero la mayor cantidad de Tierras por cabeza corresponde a San Antonio de Areco.

En Exaltación de la Cruz también se dividía el 27 por ciento del partido entre diez irlandeses.

Y seguimos con los datos estadísticos pero ya trabajando sólo sobre nuestro partido, según el censo de 1890 en Arrecifes había dos irlandeses que tenían más de 10.000 hectáreas, 5 con más de 8.000 y 11 que tenían entre 4.800 y 5.000 hectáreas. O sea que en Arrecifes había 18 irlandeses con más Tierra en conjunto que la que tiene hoy todo el Partido de Capitán Sarmiento.

Muchos de estos propietarios tenían además campos en otros lugares, en general compraron tierras inferiores en tamaño a las 2.500 hectáreas (una legua cuadrada), pero algunos de ellos tuvieron cantidades enormes. Eduardo Casey tenía todo Venado Tuerto y en el sur, en la zona de Pigue, “Curumalan” de 300.000 hectáreas.

Se calcula que en 1890 en estos 20 partidos había unos trescientos propietarios de origen irlandés.

No todos se dedicaron exclusivamente al campo, Miguel Duggan, Thomas Kenny y Patricio Ham eran individualmente de los más prominentes consignatarios y corredores de lana que había en el país, lo mismo podemos decir de Lalor en la comercialización de carnes.

Patricio Ham fue decididamente el irlandés que tuvo la mayor cantidad de Tierra en nuestro Partido, comenzaba un poco antes del almacén “El Descanso”, de ahí hasta el Río Arrecifes y desde ahí hasta pasando la Ruta 8. También tenia propiedades del otro lado del Río en lo que es hoy Arrecifes (exBartolomé Mitre), de las tres estancias antiguas de los Fernández de Molina, dos fueron de Ham hasta el momento de su muerte.

Sus campos representaban unas 10.000 hectáreas.

Camino de Carmen de Areco en nuestro partido estaban Patricio Dogherty, Maria Egan, Ernestina Kenny de Cunningham, O’Farrell, Geogheam, Allen, Clarey, Mulleady, Cunningham, Wyrne y Wade.

En lasmarcas de Ganado de Arrecifes encontramos por ejemplo a: Macnah, Clarey, Quilmore, Geoghegan, Mullen, Macnab, Sillitoe, Downs, Cornick, Allen, Downes, Hughes, Beacon, Couley, Murtagh, Kenny, Cavanagh, Islas (que en realidad era Island), Shanley, Murray, Muney, Morris, Welehey, Corney, Dorr, Dogherty, Tumullety, Wally, Fard, Cunningham, Allen, Heavy, Robinson, Keogan, Plant, Fox, Wales, Duquin, Relly, Welch, Flanagan, Cardiff, Brown, Lynch, Crowley, Hanemon, Coghlan, Quin, Lockhart, Bready, Morffel, Kelly, Wade, Fay, Quinn, Ballesty, Killian, Skally, Davis, O’Farrell, York, Rourke, Douglas, Wilson, Duffy, Realighan, Rooney, Delaney, Sullivan, Egan, Casey, Corey, Kearney, Canigy, Rafferty, Kelmuray, Gill, Padey, Boggan, Patridge, Gardiner, Mac Donagh, Dowling.

Creemos que de los primeros que tuvieron campos en la zona fueron los Mullen en “Santa Elena” la ultima generación de los Mullen (el matrimonio de Miguel Mullen y Nancy Taylor) arreglo la antigua casa y restauro todos los muebles antiguos hallados en los galpones y sótanos.

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Un hecho no muy conocido es que la Bahía de Sanborombon lleva este nombre en honor de un santo irlandés, San Brendan, que fue un gran navegante.

En 1877 los malones llegaron casi hasta la ciudad de Azul, llevándose de vuelta a las tolderías cerca de 150.000 cabezas de ganado vacuno; ya había grupos de irlandeses instalados en el mapa de la Provincia de Buenos Aires se pueden ver en pueblos con nombres tales como Dennehy, Doyle, Duggan, Gaynor, Hughes, Ham, Kenny, Mulcahy, Maguire, y hay otros que tienen nombre español pero deben su fundación a irlandeses o hijos de irlandeses, tales como San Eduardo, Santa Lucía, Venado Tuerto, Pigue, Realicó, etc.

Fue propietario de varios campos en nuestro Partido y del otro lado del río Arrecifes. Su descendencia todavía sigue en ambos Partidos. Fue uno de los pocos irlandeses cuya principal ocupación no eran las tareas rurales, fue un médico famoso y un político destacado. Su primera mujer falleció muy joven y era hija de Patricio Ham. Su abuelo, a)James O’Farrell, vino directamente de Irlanda habiéndose casado allí con Catherine Kennelly; ambos llegaron a Buenos Aires el 16 de diciembre de 1825, o sea, quince años después de la Revolución de Mayo. Se establecieron en el Norte de la Provincia de Buenos Aires, en la zona de Pergamino, donde criaban ovejas. En 1869 fue censado en el Partido de San Pedro. Murió en la Capital Federal en 1889, sus restos están en la Recoleta.

Uno de sus hijos, b) Miguel O’Farrell, nació en Buenos Aires en 1834; compró la estancia “El Arbolito”, de 4.000 hectáreas, en Pergamino, y dejó al morir otras estancias: una llamada “San José”, de 1.200 hectáreas; “La Perseverancia”, de 5.000 hectáreas; y otra en la provincia de La Pampa de 7.000 hectáreas. En 1894 fue diputado en la Provincia de Buenos Aires, por el partido de San Nicolás. Murió en el año 1913, y sepultado en la Recoleta. Se había casado en la Iglesia de La Merced en 1860 con Mary Seery, que era irlandesa, y el padre que los casó fue el Padre Fahy, del que ya hemos hablado.

Uno de sus hijos fue c) Miguel Zacarías O’Farrell, que es de quien vamos a hablar. Nació en San Nicolás en 1868, se estableció como Médico en Mercedes, Provincia. de Buenos Aires, pasando luego en 1896, a la Capital. Fue estanciero y político; fue comisionado municipal de Suipacha, intendente de Mercedes, Senador de la Provincia de Buenos Aires, Juez de Paz en la Capital Federal.

Se le atribuía gran fuerza política por su amistad con Leandro N. Alem. Murió en 1947, enterrado en la Recoleta. Se casó dos veces, la primera vez con Elisa Ham, que murió en 1902; y la segunda con María Isabel Racedo.

A la muerte de su primera mujer heredó, junto con sus tres hijos, un lote de 170 hectáreas del campo “La Lucía”, donde antiguamente estaba un tambo, y que hoy linda con otro campo de propiedad de uno de los fijos de su segundo matrimonio Jorge O’Farrell llamado “El descanso”, al lado del antiguo almacén y pulpería que lleva ese mismo nombre.

Dos de los hijos de este primer matrimonio estuvieron muchos años en nuestro Partido y llegaron a ser figuras conocidas del mismo; uno se llamó Carlos O’Farrell y el otro Miguel Ángel O’Farrell; éste último fue Presidente de la Comisión que nos dio el actual templo de Capitán Sarmiento San Carlos de Borromeo.

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Miguel Zacarías O’Farrell también fue el propietario de “La Gloria”, hoy Mileo y de “El Carmen”, hoy de sus descendientes.

Este último campo, “El Carmen”, es posiblemente el más importante de los que tuvo, no por tamaño, sino por sus construcciones.

Lo compró en 1929, a Carlos Gradin; ya estaba hecha la casa antigua que actualmente subsiste en perfecto estado. .

“Retiro San Pablo de los Padres Pasionistas” y “Instituto Benévolo Educacionista y Misionero San Pablo” son los nombres con los que fue designado lo que comúnmente llamamos el Monasterio.

Fue, indudablemente obra de la colectividad irlandesa de la zona y se fundo en 1888.

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Se halla a 15 kilómetros de la Ciudad de Capitán Sarmiento , hacia el lado de Carmen de Areco; dentro del mismo está la antigua Capilla McGuire, cuyos muros, en buen estado de conservación, se pueden visitar. También encontramos allí la antigua cruz, recuerdo de una misión llevada a cabo en el año 1884, que coincide con el de la fundación de la Ciudad.

El Monasterio no fue sólo un centro de acción pastoral, sino que allí comenzó la vida Sacerdotal de la mayoría de los pasionistas.

Muchos que han pasado por el antiguo Colegio San Pablo, recuerdan con admiración su experiencia, cercana con la “casi misteriosa” vida en el interior del Monasterio.

Hemos conocido a dos ex alumnos del Monasterio uno de nombre Kenny y otro Scarso, ambos se han destacado notoriamente a lo largo de su vida.

Dice la historia que la Capilla San Patricio, llamada por muchos la “Capilla McGuire”, fue levantada en terrenos del señor Thomas McGuire, donados a este fin, fue inaugurada en 1868. Diez años más tarde fue agrandada.

Casi todos los que hicieron y mantuvieron el Monasterio estaban vinculados por lazos familiares.

Nació en Dublín, Irlanda, en 1844; a partir de 1884 inicia su labor de Pastor en la Capilla McGuire.

En 1888 se pone la piedra fundamental del Monasterio; la madrina fue la señora Julia Geoghegan de Dooner, casada con Thomas Dooner, quien había muerto en 1879.

Posteriormente a la donación inicial de McGuire, se unen donaciones de Eduardo Casey y de Patricio Farrell, a las que se suman otras donaciones de la comunidad irlandesa, entre ellos Patricio Dogherty. Bajo el piso de la capilla están los restos del Padre Víctor.

El 7 de enero de 1900 comenzó a funcionar un Colegio dentro del Retiro San Pablo; se usó para ello el local de la antigua Capilla.

A partir de 1905 se dotó al Monasterio de la Estructura necesaria para recibir pupilos internos.

En 1933, un suizo residente en Buenos Aires, emprende el viaje a Nueva York a caballo, en dos animales criollos llamados “Mancha” y “Gato”, y escribió un l libro que hoy es un clásico en su género.

El autor del libro, en 1933, nos cuenta su llegada a nuestro Monasterio de San Pablo con las siguientes palabras: “Una tarde llegué frente a un Monasterio y como se acercaba la noche, decidí probar suerte. Llamé a la puerta y habiendo sido objeto de examen desde una pequeña ventana, fui admitido y me encontré en una comunidad irlandesa. El Padre Superior O’Connor me dio la bienvenida, mis caballos, llevados a los establos, y los Hermanos me brindaron una cordial hospitalidad. Todos nos sentamos en el comedor y para mi sorpresa descubrí que era el único que comía. Era un día de ayuno, pero sin embargo los religiosos me prepararon una comida. Luego me condujeron a una confortable habitación de huéspedes, en donde dormí el sueño de los justos hasta las 6 horas. La única interrupción de mi sueño fue escuchar el canto de Maitines de los religiosos a las 2 am. Cuando partí a la mañana siguiente, luego del desayuno, la comunidad entera me dio una cordial despedida. Siempre tendrán en mi corazón un lugar muy especial estos buenos hermanos.”

El Monasterio es el lugar donde iniciaban su vida los pasionistas, también es el lugar donde terminaran sus vidas al morir.

El cementerio fue construido en el año 1943, y se trajeron al mismo los restos de los que descansaban en otros sitios; el cementerio da una sensación de paz y recogimiento.

En una crónica hemos encontrado que en 1922, el Dr. Juárez Celman (Presidente de la Nación que era dueño de lo que es hoy la Elisa) dona un potrillo para ser rematado y destina el producto del remate a las obras de la Capilla. La persona que lo compro lo donó nuevamente al Monasterio.

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